El Impacto de las Guerras Mundiales en la Sociedad

Después de la guerra el mundo ha cambiado radicalmente. Las transformaciones territoriales son enormes y se establecen en las conferencias de París. Desaparecen cuatro imperios: Rusia, Alemania, Austria-Hungría y el otomano. Aparecen múltiples pequeños países, como los países bálticos, los Balcanes o Yugoslavia, y crecen muchos países nacionalistas como Hungría, Polonia o Checoslovaquia.
La paz no se firma en un tratado único, sino que se negocia una serie de ellos que tienen lugar en torno a París, y que se alargan mucho en el tiempo: Versalles, Sévres, Trianón, etc., algunos entran en vigor en 1920.
Los Imperios centrales pierden todas sus colonias, Turquía se desintegra y aparecen los países del Cercano Oriente, como Siria, Iraq, Líbano, Palestina y Transjordania, que quedarán bajo mandato inglés o francés.
Las ideologías triunfantes en la guerra son el liberalismo democrático y el nacionalismo separatista, que obtiene unas bases territoriales en sus países, y se afianza ideológicamente; pero también el socialismo revolucionario.
Francia se erige como la gran potencia, cuyas instituciones serán imitadas por los nuevos países. Se afianza la democracia liberal parlamentaria en todo el mundo, y desaparecen todas las monarquías absolutas. Se generaliza el sufragio universal, y se tiende al republicanismo, como en la República de Weimar. Los sindicatos tienen un auge importante, y se tiende a la reforma social y a la revolución. También es la época en la que los feminismos se implantan definitivamente en la sociedad.
La guerra supone el fin de la diplomacia secreta, y se crea la Sociedad de Naciones para regular las relaciones internacionales. La Sociedad de Naciones de concibe como un parlamento internacional de discusión y toma de acuerdos.
Las pérdidas humanas en la guerra son impresionantes, unos nueve millones de personas, más los no nacidos. Unas cifras que son las más altas de la historia, hasta el momento, y que angustian a muchos intelectuales y artistas, que toman partido por las actitudes pacifistas.
Las pérdidas económicas directas son también enormes. Se hizo necesario crear una economía de guerra y un sistema productivo que le sirviese. Ahora hay que volver a adaptar el sistema productivo para fabricar bienes de consumo. Además, el Estado asume las cargas que suponen los numerosos excombatientes. Pero mayores son las cargas económicas que tienen los vencidos, que han de pagar los gastos de la guerra. Debido a esto, el Estado se hace intervencionista en materia económica, a pesar de que fueron los liberales los que ganaron la guerra. Con este panorama económico, se agudizan las diferencias entre la burguesía y el proletariado. El trabajo femenino remite, al comenzar a pagarse salarios más altos. Las mujeres burguesas han descubierto, y demostrado, su capacidad para dirigir el trabajo en las fábricas. La época que sigue se conoce como los felices años 20, pero en realidad sólo son felices para la burguesía y la mediana burguesía.
Tras la guerra caen los valores tradicionales y la moral religiosa, en todo el mundo, y aparecen movimientos alternativos como el feminismo y el pacifismo.
Por último EE UU se revela como una gran potencia mundial imperialista, que tiene la mitad de las reservas del oro mundial, aunque su tradicional actitud de no intervenir en la política internacional le llevará a no asumir su papel de líder internacional, hasta la segunda guerra mundial.